martes, 11 de septiembre de 2012



Chandra Moseley es una madre soltera que trabaja. Vive en Colorado y se asegura de mantener a su hija en contacto con una pequeña ciudad, llevándola cada semana a las Montañas Rocallosas. En este artículo se recoge su opinión.

Chandra Moseley
Mi hija, que ahora tiene 5 años, fue catalogada el año pasado como ‘superdotada’. Bueno, honestamente nunca comprendí correctamente lo que significa ser ‘superdotado’. Inocentemente creí que se trataba de que mi bebé era muy avanzada y muy inteligente.

Para aquellos de ustedes que realmente no sepan lo que significa ser superdotado, déjenme ayudarles a entender.

Los estudiantes superdotados son definidos por la Asociación Nacional de Niños Superdotados (NAGC por sus sigas en inglés) de Estados Unidos como aquellos niños que muestran excepcionales niveles de aptitudes y competencias en uno o más dominios.

La parte de la definición que falta —y que es muy importante de entender— son los problemas sociales y de comportamiento que conlleva el ser superdotado. Por ejemplo, mi hija Nya es perfeccionista. Se frustra con tan solo dibujar un poco fuera de los márgenes. También se pone nerviosa con ciertos tipos de ruidos fuertes, algún zumbido o el tirar de la cadena del baño e incluso se molesta debido a las costuras de sus calcetines. He tenido que voltear sus calcetines debido a que la costura que queda a la altura de sus dedos la irrita demasiado. Yo solía pensar que se trataba de una actitud quisquillosa nada más.

Me dí cuenta de la situación de Nya gracias a la reverendo Regina Groff, la ministro de la familia, quien se dio cuenta de la manera en la que Nya coloreaba cuando tenía 2 años. La reverendo Groff tiene niños dotados y supo reconocer la frustración de Nya cada vez que dibujaba fuera de los márgenes. Ese tipo de frustración y sobresalto es parte del perfeccionismo característico que implica el ser superdotado. 

Existen otras características de los superdotados que para muchos, incluida mi hija, son signos que los delatan: energía excesiva, curiosidad sin límites, que son emocionalmente avanzados, habilidades de lenguaje tempranas y avanzadas, o la necesidad de que todo sea perfecto. Los niños superdotados pueden tener supersensibilidades, y eso era lo que pasaba con mi hija y los ruidos fuertes y sus calcetines.

La reverendo Groff me sugirió llevar a que a Nya la examinaran y me recomendó una escuela preescolar pública para temprana edad que cuenta con un programa para niños superdotados. Sus hijos asistieron a esa misma escuela, y solo tenía cosas buenas que decir de ella. Estaba en el proceso de intentar encontrar, como lo hacen muchos padres, la ‘escuela preescolar perfecta’. Gracias a Dios hice caso de su consejo y busqué esa escuela en específico. Soy una firme creyente de que Dios manda a ciertas personas a cruzarse en nuestra vida para que nos guíen, nos inspiren y nos enseñen. La reverendo Groff me guió ese día hacia el lugar correcto en donde mi hija necesitaba estar, y Nya continúa guiándome hacia el lugar adecuado en donde debo estar.

Nya, que significa sueño cumplido, siempre ha sido increíblemente especial para mí. Fue un regalo desde el día en que nació. Nya es adoptada. Algunas veces tengo que recordarme a mí misma esta situación ya que no hay forma en que no fuera más parecida a mí.

Yo ya pensaba que su solo nacimiento se trataba de un milagroso evento, pero continúa produciendo milagros y enriquece mi vida a diario. No solamente me ha enseñado cómo se siente el amor incondicional, cómo se siente reír hasta que te duela la panza, cómo jugar como si fueras la persona más tonta que hay, sino también a estar increíblemente alerta de cada momento retador a los que te expone la vida, te enseña y te prepara para algo que está aún por venir.

Recuerdo el primer año de Nya en preescolar. Lo que podría haber sido una sesión de tareas de 10 minutos (así es, les dejan tareas en preescolar), se convirtió en una hora y media de borrar y reescribir cada palabra hasta que en su mente ya estaba perfecto. Déjenme decirles, hubo muchos lápices lanzados por la habitación (no por mí), colapsos y llantos (sí, algunos míos).

Lo que yo no alcanzaba a comprender en ese momento era su constante búsqueda por la perfección.

Su increíble maestra, Brenda Natt, me explicó que todo eso es parte de ser superdotado, y esa era la razón por la cual Natt corta todas las gomas de borrar que vienen con los lápices dentro de su salón. Ella comprende que sus alumnos luchan con el problema y que lo que ella busca es que ellos entiendan que está bien que algo no sea perfecto algunas veces.

Esa misma maestra me recomendó mucho el inscribir a Nya en una escuela para superdotados y evitar que se perdiera en los giros vacios que existen en los programas de las escuelas normales, no solo en la parte académica, sino también en la emocional. Mientras que sus coeficientes intelectuales son altos, tienen aspectos en su comportamiento que requiere de atención especial de parte de las maestras adecuadas que tengan el conocimiento adecuado para guiarlos.

Después de 4 años de preguntas, ¿cómo es que Nya podía ir de 0 a 10 por algo tan simple? ¿Cómo es que puede ser tan dulce, compasiva, y madura y de pronto perder completamente el control al no recordar las palabras adecuadas o un verso de una canción?, todo esto finalmente estaba teniendo sentido. Si tan solo hubiera sabido entonces lo que sé ahora.

Lo que he aprendido es a no interrumpir a Nya a la mitad de un proyecto o de una simple tarea sencilla mientras está realizándolo. Los niños superdotados no son todos iguales, todos tienen diferentes niveles de necesidades, algunos más que otros.

Ha sido fascinante y sorprendente el poder hablar con otras madres de su clase y comparar sus reacciones ante ciertas situaciones y ver que algunas veces son las mismas que las mías. Constantemente estoy aprendiendo e intentando adquirir conocimientos sobre cómo ayudar a Nya a ser esa persona que está destinada a ser, mientras que ella me ha ayudado a mí a ser la persona que ambas necesitamos que yo sea.

Una de las cosas más importantes que se han grabado en mi proceso de pensamiento es la noción de que simplemente no sabemos con qué tipo de cosas está lidiando nuestro hijo o qué tipo de situaciones deben enfrentar los padres. Muchos de nosotros hemos sido testigos de situaciones que se presentan en la tienda o en los restaurantes en donde un niño está incontrolable o simplemente teniendo un verdadero colapso y que rápidamente sacamos conclusiones sobre la actitud del padre.

“¡No saben cómo disciplinar a su hijo! ¡Ese niño es un completo malcriado!”, o incluso “¡Ese niño está totalmente fuera de control y sus padres no tienen idea de lo que están haciendo!”.

De lo que me he dado cuenta es que los padres están todos en el mismo equipo. Realmente desearía que empezáramos a criticarnos menos y nos escucháramos más, aprendiéramos, nos apoyáramos y nos diéramos fuerzas entre nosotros. Como mi ejemplo en la tienda, tal vez la siguiente ocasión en que veamos a un niño en esas circunstancias, podríamos evaluar la situación y tal vez mostrar algo de apoyo con una cándida sonrisa, una mirada de entendimiento, una dulce distracción o quizás hasta una sincera oración.

De eso se trata todo esto, ¿no es así? De aprender los unos de los otros y crecer juntos. Continuar convirtiéndonos en alguien mejor para los demás, para nuestros hijos y para las generaciones futuras.

Fuente: CNN

sábado, 8 de septiembre de 2012

Marihuana e inteligencia: malos aliados


Un estudio de la Universidad de Duke (EE.UU.) afirma que los adolescentes que fuman marihuana con regularidad corren el riesgo de que su cociente intelectual disminuya a largo plazo.

Las conclusiones previas del estudio muestran indicios de que la marihuana es especialmente dañina para un cerebro en desarrollo. "Los padres deben entender que sus adolescentes son particularmente vulnerables", señaló la titular de la investigación, Madeline Meier, de la Universidad de Duke.

El estudio hizo la prueba del CI (cociente intelectual) a neozelandeses cuando tenían 13 años, mucho tiempo antes de que experimentaran cualquier consumo importante de marihuana, y de nuevo a los 38 años. El declive en el rendimiento intelectual entre ambas edades se advirtió solamente entre aquellos individuos que comenzaron a fumar marihuana con regularidad antes de los 18 años.

La marihuana es considerada la droga más popular en el mundo y en algunos lugares está autorizada por razones médicas. En Holanda y otros países su consumo es legal y el número de consumidores a nivel global entre las edades de 15 y 64 años se situaba en 224 millones en el 2010, según un informe de Naciones Unidas.

Los individuos considerados dependientes de la marihuana en el estudio tuvieron una pérdida de ocho puntos en su cociente intelectual (CI).

El estudio se basó en entrevistas a más de mil personas en Nueva Zelanda, todos nacidos en el poblado de Dunedin en el año de 1973.

A la edad de 18 años, 52 participantes indicaron que se habían vuelto dependientes a la marihuana, lo que significa que siguieron consumiéndola a pesar de que les generaba problemas importantes de salud. El descenso en el CI se reflejó aunque dejaran la mayor parte o toda la yerba a la edad de 38 años, indicó el estudio.

Fuente: Le Monde
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