Desde el momento en que la primera mujer ejecutiva tomó asiento detrás
de su escritorio, la pregunta sobre si el género hace la diferencia en
el estilo de liderazgo ha sido un cuestionamiento de altas implicaciones
empresariales y políticas, y que ha dado lugar a muchos estudios y
libros sobre el tema.
Por desgracia, todavía no hay respuestas claras y contundentes.
Por cada investigación que proclama una diferencia estadísticamente
significativa entre los líderes masculinos y femeninos, otros insisten
en que no existen.
No es que unos sean mejores que otros, el punto es que hombres y
mujeres tienen ciertas habilidades más desarrollas, lo que hace que
tengan estilos gerenciales distintos.
No se trata de fomentar la lucha de géneros y de ensalzar o desmeritar el trabajo de unos y otros.
El punto clave de poder establecer estas diferencias es buscar la
complementariedad de los equipos ejecutivos de las organizaciones para
un mejor desarrollo de las mismas.
Precisamente sobre este aspecto la consultora internacional en talento
Korn Ferry adelantó un análisis para llegar a la conclusión de que “hay
maravillosas similitudes y diferencias significativas entre hombres y
mujeres líderes, y se podrían estar escondiendo altas potencialidades en
las mujeres”, dice el estudio.
En resumen, Korn Ferry encontró las sutiles distinciones que hacen a
las mujeres, líderes un poco más arriesgadas, y sugiere que ellas pueden
ser naturalmente fuente de los mejores comportamientos.
El estudio evaluó el estilo de liderazgo, el estilo de pensamiento y
emocional, y refleja que “ellas tienen un estilo social participativo
más alto.
Esto es que está más orientado hacia las personas, procura ser muy
receptivo a la gente, que escucha más, entiende cómo se sienten los
trabajadores con respecto a su labor y qué piensan.
Este estilo también permite, a la hora de la toma de decisiones, dar
mayor autonomía y genera consensos”, explica Rafael Ortega, Leadership
and Talent Consulting para la Región Andina de Korn Ferry.
¿Y esto da algún timo de ventaja a las empresas? Para Ortega, un estilo
así permite tomar conciencia sobre un tema del que se ha ocupado la
literatura gerencial: la inteligencia emocional como factor clave de
liderazgo.
“Estas habilidades pertenecen a un estilo de liderazgo moderno, donde
las personas esperan ser escuchadas y tratadas de una buena manera, no
como antes con un estilo impositivo”, agrega.
Además, la presencia de las mujeres en consejos directivos y altos
niveles gerenciales permite tener otra mirada sobre los mismos temas,
que cuando sólo se tiene la visión masculina.
En el caso de las juntas directivas también es importante contar con
personas de diferentes disciplinas académicas que permitan tener un
panorama más amplio de los contextos y una mejor previsión sobre el
futuro a mediano y largo plazo.
MEJORAN LOS RESULTADOS DE LA FIRMA
Hay investigaciones que afirman que la presencia de mujeres en los consejos directivos es positiva.
Hay investigaciones que muestran que las mujeres líderes, con su sola presencia, tienen un impacto en las organizaciones.
En el 2007, McKinsey & Company encuestó a 58.240 ejecutivos de 101
empresas en Europa, Asia y Estados Unidos. Cuando al menos tres mujeres
estuvieron presentes en el equipo de gestión de una organización mayor,
la empresa obtuvo calificaciones más altas, en promedio, en cada uno de
los criterios organizacionales que McKinsey ideó (incluyendo categorías
como la responsabilidad, el liderazgo, las capacidades y la innovación),
frente a las empresas que no tenían mujeres en sus equipos directivos.
McKinsey también estudió 89 compañías europeas con “el mayor nivel de diversidad de género en los altos puestos”.
Las empresas con una mayor proporción de mujeres en la alta gerencia
mostraron un 17 por ciento de mayor crecimiento de los precios y el 1,1
por ciento más de rendimiento sobre el capital.
ELLAS TIENEN UN ESTILO DE LIDERAZGO MÁS SOCIAL Y PARTICIPATIVO
Los hombres suelen ser más directos y enfocados en comunicar sólo la información esencial.
En el estilo de liderazgo se tienen en cuenta aspectos como:
orientación a las tareas (comunicación clara y concisa; estados de
expectativa específicos; enfoque en tareas inmediatas y expresión de
puntos de vista de forma sincera); social (informal, interactivo e
incluyente; pide los aportes de otros; responde con interés a los puntos
de vista de otros), intelectual (fija estándares altos; confía en su
conocimiento y experiencia; comunica detalladamente la información y sus
expectativas; inclinado a defender puntos de vista acertados y firmes),
y participativo (colaborativo y paciente; abierto a alternativas y
puntos de vista; aprecia el intercambio de ideas; alienta el consenso y
que los otros se sientan involucrados).
En el estilo de liderazgo hay diferencias significantes en tres de las cuatro categorías, desde el punto de vista estadístico.
Los hombres confían más en el estilo de personas orientadas hacia el
cumplimiento de tareas, mientras que su contraparte femenina usa un poco
más los estilos sociales y participativo.
Este hallazgo es altamente consistente con aquellos que se han hecho de
una variedad de disciplinas que reflejan la tendencia de los hombres a
ser más directos y enfocados en comunicar sólo la información esencial, y
la tendencia de las mujeres, que las lleva a ser menos directas y a
enfocarse en mantener relaciones mientras se comunican.
En cuanto al liderazgo intelectual, que es el que refleja la habilidad
de usar la lógica y la experiencia para comunicar una directriz clara o
un punto de vista, el estudio no refleja diferencias significativas
entre los dos géneros.
PARA DECIDIR, REVISAN MÁS DATOS
Las mujeres pueden ver las cosas desde una perspectiva más amplia, integrando un número mayor de variables.
El estilo de pensamiento muestra cómo se comporta una persona cuando su
imagen no está siendo medida por otros, más comúnmente cuando está
solucionando problemas y tomando decisiones a puerta cerrada o
trabajando con colegas cercanos.
Tiene en cuenta aspectos como: enfoque en la acción (termina las tareas
rápidamente; mantiene las cosas en orden; persiste y hace seguimiento;
establece compromisos; es consistente y ordenado), flexibilidad (es
intuitivo; genera fácilmente ideas y alternativas; se adapta rápidamente
a nuevas circustancias); complejidad (enfocado en la calidad; preciso;
diseña planes con estrategias detalladas; se preocupa por el término
largo; trabaja de acuerdo con el plan), creatividad e innovación; mira
las cosas desde diversos ángulos; aprecia la diversidad de
perspectivas).
Tres de los cuatro estilos de pensamiento medidos no muestran
diferencias significativas desde el punto de vista estadístico entre
mujeres y hombres ejecutivos. Sin embargo, hay una excepción: ellas
tienen puntajes más altos en el estilo creativo de pensar que los
hombres.
Ambos géneros registran puntajes altos como pensadores creativos y
complejos, lo que quiere decir que generan una multitud de soluciones
innovadoras, consideran los efectos potenciales, identifican las mejores
opciones y desarrollan estrategias para lograr eso.
Pero las mujeres ejecutivas prefieren revisar más cantidad de datos y gastan más tiempo considerando soluciones alternativas.
Esta sutil diferencia en la manera como las mujeres se aproximan a la
toma de decisiones estratégicas puede ser beneficiosa cuando se
enfrentan a cuestiones de largo término o a decisiones de alta
complejidad.
TOLERAN MÁS LA AMBIGÜEDAD
Hay similitudes entre hombres y mujeres en manejar situaciones difíciles, pero ellas son más empáticas.
El estilo emocional tiene en cuenta los factores que influencian la
capacidad de una persona de interactuar con otros y lidiar efectivamente
con situaciones cargadas de emociones.
Este aspecto tiene en cuenta la tolernacia a la ambigüedad (disfruta o
no la incertidumbre; se siente confortable con la diversidad; maneja los
cambios fácilmente); la tranquilidad y el autocontrol (calmado;
tranquilo bajo presión; emocionalmente estable; se frustra fácilmente);
empatía (se cataloga bien a sí mismo y a los otros; anticipa las
reacciones de los demás; reconoce las apreciaciones y los sentimientos
de los otros); enérgico (mentalmente resistente; capacidad para sostener
un pensamiento analítico; tenacidad para enfrentar tareas difíciles),
humildad y modestia (adaptable a varias situaciones; con capacidad de
acomodarse a los métodos de otros; triunfa cuando tiene que lidiar con
estilos diversos), y seguridad (habilidad para enfrentar riesgos y
cambios; se tiene confianza cuando lidia con conflictos y tensiones).
En el estilo emocional es donde más diferencias surgen. Las mujeres
ejecutivas puntúan más alto que los hombres en la tolerancia a la
ambigüedad, sugiriendo que ellas se sienten un poco más a gusto en
situaciones que son más abstractas, en cambios o movimientos, o cuando
el curso de acción todavía no se ha mostrado.
Ellas parecen ser más adaptables a navegar en situaciones sociales
complejas, ‘leyendo las señales’ y percibiendo más adecuadamente las
necesidades o motivaciones de aquellos que las rodean.
Las mujeres también tienen más altos niveles en el estilo enérgico, es
decir, tenacidad mental, capacidad de pensamiento analítico y de
persistir en la solución de un problema.
Fuente: Portafolio
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