Dulces sueños… creativos.
Comentábamos en el post anterior la existencia de los sueños reveladores, como los que tuvieron Kekulé o Gandhi para dar
con una idea genial. Y es que cuando dormimos, entramos en un estado de
inconsciencia inusual, que se sale de los patrones habituales de
búsqueda de soluciones, lo que puede ayudarnos a resolver problemas.
Cada noche destinamos unas dos horas a inventar historias. Es en la fase
REM, el sueño más profundo. Gracias a las tecnologías de neuroimagen se
ha podido ver que las áreas del cerebro implicadas en los sueños son
las asociadas a las imágenes visuales y a la percepción del movimiento.
También algunas zonas del cerebro más profundas vinculadas con las
emociones. En cambio, tal y como explica la psicóloga de la Universidad
de Harvard Deirdre Barret, el córtex prefrontal dorsolateral apenas
registra actividad; y esta parte está relacionada con la acción
deliberada, la evaluación de lo que es lógico y socialmente apropiado.
Barret ha investigado durante una década la función de los sueños
y en un estudio presentado en la Association for Psychological Science,
señala que son siempre muy visuales y contiene una línea argumental que
resulta casi siempre ilógica. Para esta psicóloga, “el sueño es en
realidad otra forma del pensamiento, una que tiene lugar en un estado
ligeramente diferente al que posee esta función cuando estamos
despiertos. Aunque estemos soñando, seguimos trabajando para resolver
los mismos problemas que nos acosan cuando estamos con los ojos
abiertos”, explica.
En 1972, un investigador de la Universidad de Standford, William
Dement, le pidió a 500 de sus estudiantes que una noche dedicaran 15
minutos, justo antes de irse a dormir, a intentar solucionar una serie
de rompecabezas y que dejaran uno sin resolver para consultar con la
almohada. Al día siguiente, de todos los estudiantes, 87 habían soñado
con los rompecabezas y siete de esos lo habían resuelto... ¡en sueños!
Neurocientíficos como Deirdre Barret apuntan a que quizás sea así porque
las áreas que restringen el pensamiento a la lógica habitual y
a aquello que nos es familiar apenas están activas al dormir. Eso
permite que la mente explore otros caminos, que recurra a opciones no
contempladas. Puede que ahí esté la clave de la creatividad y que los
sueños sean una forma de adentrarse en ella. “Los científicos están
viendo que la creatividad consiste en establecer
conexiones donde nunca antes otros las han trazado”, indica Ricard Solé,
físico e investigador Icrea de la Universitat Pompeu Fabra. Quizás,
podríamos intentar consultar con la almohada un problema antes de
dormir. Es posible que no ocurra nada y nos levantemos con las
incógnitas con que nos acostamos. Pero, quién sabe, quizás por la
mañana, enredada entre algún sueño, encontremos la solución.
Fuente: La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario