martes, 17 de mayo de 2011

Un buen CI no garantiza el éxito en la vida

Los test de inteligencia se han considerado una herramienta válida para predecir el éxito académico, social y profesional de las personas. Sin embargo, una nueva investigación que ha repasado varios estudios con un total de 2.000 voluntarios acaba de poner en entredicho la validez de esta relación: un mayor cociente intelectual no implica más posibilidades de desarrollar estos logros. O, al menos, no hasta el punto que se creía. 


La nueva investigación, desarrollada en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.) y publicada en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), muestra que la motivación de una persona para hacer la prueba de inteligencia puede influir en el resultado tanto como sus propias capacidades cognitivas. La hipótesis era que las diferencias individuales en pruebas donde no había una motivación concreta eran, de hecho, mucho mayores que las que normalmente asume la literatura de las ciencias sociales. Con estas ideas en mente, los investigadores se pusieron a examinar los exámenes de CI.

Estudiaron a un grupo de 2008 jóvenes, algunos de los cuales recibieron un premio en efectivo por sus buenos resultados, y otros debieron tomar las pruebas por nada. "Como era previsible, se observó una relación directa entre la magnitud del incentivo y la medición del CI", comentaron los investigadores. Dicho de otro modo, cuanto más dinero se prometía, más inteligentes eran los jóvenes. Una vez que se ha tenido en cuenta este efecto, la capacidad que se atribuye a la puntuación obtenida para predecir éxitos en la vida disminuye considerablemente, según concluyen los autores. 

La investigadora Ángela Lee Duckworth, del departamento de Psicología de la citada institución, y sus colegas consideran que se ha producido una "desafortunada confusión" entre el cociente intelectual y la inteligencia. El primero mide los resultados de un test, en el cual se ha podido poner mayor o menor empeño, mientras que la segunda es una capacidad latente que puede expresarse en diversas circunstancias de la vida.

Además, el análisis de estudios anteriores, que siguieron el desarrollo de niños tras medirles el cociente intelectual, ha llevado a los autores a concluir que el efecto de la motivación en la puntuación obtenida es "mucho mayor de lo que ahora se asume" en la literatura científica. Tras introducir esta nueva variable, se reduce significativamente "la validez predictiva de la inteligencia para resultados vitales, particularmente en contextos no académicos". Es decir, los niños que son buenos rindiendo examen en la escuela tienden a permanecer en la escuela, pero eso no quiere decir que sean buenos a la hora de conservar un trabajo", sostienen los investigadores, aunque agregan que la inteligencia obviamente influye.

La investigación también establece que la motivación influye de modo engañoso en el resultado de los tests de CI. En las personas que son objetivamente más inteligentes es un factor menos variable. Obtener un elevado nivel de CI demanda inteligencia y motivación, pero recibir una baja calificación puede deberse tanto a una inteligencia limitada como a una baja motivación.

"Un test no predice la capacidad para montar un negocio, tener amigos fiables o formar una familia feliz", argumenta el doctor Luis de Rivera, catedrático de Psiquiatría y director del Máster de Psicoterapia de la Universidad Autónoma de Madrid. "Los test miden las capacidades lógico-matemáticas, pero hay otros tipos de inteligencia".

VALIDEZ Y FIABILIDAD

Por su parte, el neuropsicólogo José Antonio Portellano, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid, defiende la validez de los las pruebas de inteligencia siempre que las realice un experto e incorporen un análisis estadístico que garantice la validez y fiabilidad de los resultados. "Lo demás, lo que encuentras en Internet o en las revistas, son divertimentos, y son un desprestigio para los test".

Este experto recuerda, en cualquier caso, que "los test de inteligencia no son el 'bálsamo de Fierabrás': puede haber personas psicóticas, con un gran cociente intelectual pero sin inteligencia emocional". De Rivera también apunta a este componente social de la inteligencia, el cual adquirirá, a su juicio, un protagonismo cada vez mayor. 

"Se empieza a descubrir este nuevo aspecto. Algo está cambiando en la sociedad y eso hace que nos demos cuenta de que la inteligencia lógico-matemática no es la más importante en esta nueva era en la que estamos entrando", aventura. "En una cultura irracional, la razón es utilísima; pero cuando todo el mundo es muy racional, el péndulo cambia de sentido", augura De Rivera. 



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