Tal vez el nombre de Grigori “Grisha” Yákovlevich Perelman (en ruso: Григорий Яковлевич Перельман), no te suene casi nada o nada si no te dedicas al mundo de las matemáticas, pero corresponde a la que, probablemente, es una de las personas vivas más inteligentes del mundo, así que sin duda merecía un puesto destacado en esta sección.
Nacido el 13 de junio de 1966 en Leningrado, URSS (ahora San Petersburgo, Rusia), Perelman es un matemático ruso que ha hecho históricas contribuciones a la geometría riemanniana y a la topología geométrica. En particular, ha demostrado la conjetura de geometrización de Thurston, con lo que se ha logrado resolver la famosa conjetura de Poincaré, propuesta en 1904 y considerada una de las hipótesis matemáticas más importantes y difíciles de demostrar. Los enlaces a la Wikipedia son optativos si quieres entrar en más detalles sobre la inmensidad y la dificultad de su trabajo.
En agosto de 2006 se le otorgó a Perelman la Medalla Fields por “sus contribuciones a la geometría y sus ideas revolucionarias en la estructura analítica y geométrica del flujo de Ricci”. La Medalla Fields es ampliamente considerada como el mayor honor que puede recibir un matemático, equivalente a lo que pueda ser un Premio Nobel en otra especialidad, sin embargo, él declino tanto recoger el premio como asistir al congreso.
En el año 2000 el Instituto de Matemáticas Clay lanzó los siete Problemas del Milenio en conmemoración de los famosos 23 problemas enunciados por David Hilbert en el ICM de París de 1900. El 18 de marzo de 2010, anunció que Perelman cumplía con los criterios para recibir el primer premio consistente en un millón de dólares, por la resolución de la conjetura de Poincaré. James Carlson, presidente del Instituto Clay, ha dicho: “La resolución de la conjetura de Poincaré por Grigory Perelman cierra un siglo de investigaciones. Es uno de los mayores logros en la historia de las matemáticas”.
Tras rechazar dicho premio, declaró: “No quiero estar expuesto como un animal en el zoológico. No soy un héroe de las matemáticas. Ni siquiera soy tan exitoso. Por eso no quiero que todo el mundo me esté mirando”.
La conjetura de Poincaré
Henri Poincaré, al estudiar la estabilidad del Sistema Solar, puso los cimientos de la disciplina matemática denominada Topología. Su conjetura dice, más o menos, que un espacio que tiene las mismas propiedades topológicas que una esfera debe ser una esfera.
La conjetura fue enunciada en 1904, y se probó para todas las dimensiones, excepto en la dimensión 3. Los intentos para probarla también en este caso han sido muchísimos, usando técnicas variadas. En 1982, Richard Hamilton abrió una nueva línea de ataque, usando el llamado flujo de Ricci, basada en la ecuación del calor de Joseph Fourier. El trabajo de Hamilton no fue capaz de superar una serie de problemas ligados a la aparición de singularidades, y ésta ha sido la aportación genial de Perelman.
Algunos datos biográficos
Grigori Perelman nació en Leningrado (ahora San Petersburgo) en una familia judía el 13 de junio de 1966. Su educación matemática temprana ocurrió en el Escuela secundaria 239 de Leningrado, una escuela especializada con programas de matemáticas y física avanzadas. En 1982, como miembro del equipo de la URSS compitiendo en la Olimpiada Internacional de Matemática, una competición internacional para estudiantes de bachillerato, ganó una medalla de oro tras alcanzar un puntaje perfecto. A principios de los 80, consiguió la puntuación más alta en la prestigiosa organización para personas con elevado coeficiente intelectual Mensa. Al final de los años ochenta, Perelman prosiguió a adquirir un grado en Candidato de Ciencia (el equivalente ruso del doctorado) en la Facultad de Mecánica y Matemática de la Universidad del Estado de Leningrado, una de las universidades líderes de la ex-Unión Soviética. Su disertación se llamó “Superficies en silla en espacios euclídeos” (ver citas más abajo). Era también un talentoso violinista y jugaba tenis de mesa.
Luego de la graduación, Perelman comenzó a trabajar en Leningrado en el renombrado Instituto Steklov de Matemáticas de la Academia Rusa de las Ciencias. Sus asesores en el Instituto Steklov fueron Aleksandr Danilovich Aleksandrov y Yuri Dmitrievich Burago. Al final de los ochenta y principios de los noventa, Perelman tenía puestos en varias universidades de EEUU. En 1992, fue invitado a pasar sendos semestres en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Stony Brook. De allí, aceptó una beca de dos años en la Universidad de California, Berkeley en 1993. Volvió al Instituto Steklov en el verano de 1995.
Luego de la graduación, Perelman comenzó a trabajar en Leningrado en el renombrado Instituto Steklov de Matemáticas de la Academia Rusa de las Ciencias. Sus asesores en el Instituto Steklov fueron Aleksandr Danilovich Aleksandrov y Yuri Dmitrievich Burago. Al final de los ochenta y principios de los noventa, Perelman tenía puestos en varias universidades de EEUU. En 1992, fue invitado a pasar sendos semestres en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Stony Brook. De allí, aceptó una beca de dos años en la Universidad de California, Berkeley en 1993. Volvió al Instituto Steklov en el verano de 1995.
Cuando no se juzga la obra, sino al individuo
Desde la primavera de 2003, Perelmán no trabaja en el Instituto Steklov. Se dice que sus amigos han afirmado que actualmente encuentra las matemáticas un tema doloroso de discusión; algunos dicen incluso que ha abandonado las matemáticas por completo. Según una entrevista reciente, abril del 2010, Perelman está actualmente desempleado, vive con su madre, Lubov, en un pobre apartamento de San Petersburgo. Se dice también que en realidad no está decepcionado de las matemáticas, sino más bien inmerso en la idea galileana de que “El humilde razonamiento de uno vale más que la autoridad de miles”; así pues, ha preferido aislarse, seguir estudiando y no someterse a autoridades arbitrarias no matemáticas.
Cuando rechazó el premio del Instituto Clay Perelmán rehusó hablar con la prensa durante mucho tiempo, pero mientras más evitaba a los medios, más aumentaba la curiosidad en torno a su persona. En una entrevista al periódico ruso Komsomolskaya Pravda, Perelman rompió finalmente ese silencio: “No estoy interesado en el dinero ni en la fama”, dijo, indicando que su investigación lo tenía demasiado ocupado como para pensar en otros asuntos. “Sé como controlar el universo. Por qué tendría que correr tras un millón de dólares?”, dijo.
Los medios de comunicación han encontrado la actitud de Perelman el reflejo de un individuo a su excentricico y probablemente “afectado” por su gran capacidad: cuarenta y pico años, ha abandonado su puesto en el Instituto Steklov, vive con su madre y con su hermana en un diminuto apartamento, y declaraciones de sus vecinos, “viste siempre la misma ropa y no se afeita ni se corta las uñas”.
Sin embargo, yo soy más de la opinión de Ricardo Pérez Marco, también matemático y que puedes leer en un artículo publicado en El País con el sugerente título de El blues de lo que pasa en mi escalera, que reflexiona sobre lo “fácil y conveniente que resulta para algunos” ver en el desplante de Perelman una muestra de su carácter antisocial y no una denuncia contra “el conformismo y el triunfo de la mediocridad” en el seno de la comunidad científica.
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