José María Bermúdez de Castro
Director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, Burgos.
En muchas ocasiones se me ha preguntado sobre el aspecto que los miembros de nuestra especie tendremos en el futuro. Se suele asumir de manera intuitiva que nuestro cerebro podría llegar a ser bastante más grande dentro de varios milenios. Esta asunción se basa en el hecho cierto de que durante la evolución del género Homo nuestro cerebro ha multiplicado casi por cuatro su peso y tamaño con respecto al de los chimpancés. Por supuesto, estamos de acuerdo en que somos más inteligentes que estos primates, aunque debe quedar claro que el gran tamaño del cerebro humano no es el único argumento para explicar el mayor desarrollo de nuestras capacidades cognitivas. Lo veremos en la próxima columna.
Somos primates muy encefalizados, entendiendo por ello que el tamaño de nuestro cerebro es muy elevado con respeto al corporal. Sin embargo, los investigadores Jeremy DeSilva y Julie Lesnik, de la Universidad de Michigan, han demostrado que Homo sapiens sigue la misma ley biológica que todos los primates catarrinos del “Viejo Mundo”: macacos, babuinos, chimpancés, gorilas, etc., en el sentido de que el tamaño del cerebro de los recién nacidos presenta una correlación muy alta con el de los adultos. Nuestro caso no es especial, sino que encajamos perfectamente en la recta de regresión que se puede construir con los datos de todas estas especies. Nuestros recién nacidos tienen el peso cerebral (unos 380 gramos, en promedio) que les corresponde para el peso del adulto (unos 1.350 gramos, en promedio).
Con estos resultados podemos concluir que el cerebro de los adultos de nuestra especie podría llegar a tener un mayor tamaño en el futuro, caso de que nuestros recién nacidos nacieran con un cerebro más grande. Pero todos conocemos los problemas y riesgos obstétricos que tenemos en la actualidad. El tamaño del cerebro de los recién nacidos ha llegado al límite de sus posibilidades para la constitución anatómica (tamaño y forma de la pelvis) que tienen las mujeres en la actualidad. Exploremos pues otras posibilidades.
Tenemos un periodo de desarrollo notablemente más prolongado que el de macacos o chimpancés, en el que el cerebro tiene la oportunidad de crecer mucho más. El cerebro de Homo sapiens podría crecer en el futuro, bien mediante la prolongación de la infancia y la niñez, bien por un incremento de la velocidad de crecimiento de los tejidos neuronales. Sin embargo, es muy importante recordar que el cerebro es un órgano muy caro en términos energéticos y que consume el 20% de la energía metabólica del organismo. Un cerebro más grande supondría un gasto adicional que tal vez nuestra especie no se puede permitir en un planeta donde una gran parte de la humanidad no tiene cubiertas sus necesidades alimenticias elementales.
Hace un par de semanas especulaba sobre una cuestión que suele despertar la curiosidad y la inquietud de no pocas personas: ¿tendremos en el futuro un cerebro mucho más grande que en la actualidad? Doy por supuesto que hablamos de un futuro muy lejano, de bastantes milenios. La respuesta es afirmativa y existen mecanismos biológicos para lograrlo. Quizá el más plausible consiste en prolongar la infancia y la niñez y disponer de más tiempo para el crecimiento cerebral. Sin embargo, el gasto energético empleado tanto en la prolongación del desarrollo como el mantenimiento y funcionamiento del órgano más costoso de nuestro organismo pone en serias dudas la posibilidad de que el cerebro siga incrementando su tamaño.
Hace un par de semanas especulaba sobre una cuestión que suele despertar la curiosidad y la inquietud de no pocas personas: ¿tendremos en el futuro un cerebro mucho más grande que en la actualidad? Doy por supuesto que hablamos de un futuro muy lejano, de bastantes milenios. La respuesta es afirmativa y existen mecanismos biológicos para lograrlo. Quizá el más plausible consiste en prolongar la infancia y la niñez y disponer de más tiempo para el crecimiento cerebral. Sin embargo, el gasto energético empleado tanto en la prolongación del desarrollo como el mantenimiento y funcionamiento del órgano más costoso de nuestro organismo pone en serias dudas la posibilidad de que el cerebro siga incrementando su tamaño.
Por descontado, el trasfondo de la pregunta plantea la posibilidad de que nuestra inteligencia y capacidades cognitivas continúen aumentando, como durante los últimos dos millones de años. En este punto, es importante recordar que, además de un incremento considerable del tamaño cerebral con respecto a las primeras especies del género Homo, también hemos ralentizado el desarrollo de los tejidos cerebrales. Nacemos con un cerebro tan grande como el de los chimpancés adultos (350-380 gramos), pero apenas somos capaces de llorar y gemir para llamar la atención de nuestra madre. Tardamos muchos años en lograr la plenitud de nuestras capacidades cognitivas, un hecho ventajoso para la especie puesto que podemos asimilar una enorme cantidad de información durante más tiempo.
Por otro lado, durante la evolución del género Homo no sólo hemos aumentado la cantidad de neuronas que forman parte del neocórtex, sino que se ha multiplicado el número de conexiones entre la células cerebrales y la complejidad de los árboles dendríticos que forman la red neuronal. Un desarrollo ralentizado unido a la posibilidad de incrementar la conectividad de las neuronas representan un mecanismo tremendamente eficaz para lograr un cerebro con mayores capacidades cognitivas, sin necesidad de aumentar el tamaño.
En conclusión, me atrevería a predecir que los humanos del futuro podríamos llegar a tener un cerebro más complejo, pero de un tamaño similar al actual. Claro que tanto los grandes logros de la humanidad como sus grandes miserias están en relación directa con el mayor grado de inteligencia logrado sobre todo por nuestra especie. Y me temo que el aspecto negativo está ganando por goleada. Así pues, cuando se me pregunta sobre el aspecto físico de la humanidad en el futuro tengo que hacer grandes esfuerzos para responder con optimismo y confiar en que aún nos queda mucho tiempo para seguir evolucionando.
Fuente: Público
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