Los niños y niñas superdotados
tienen necesidades educativas, sociales y emocionales, que deben ser
cubiertas para el adecuado desarrollo del niño. Pero, en ocasiones, en
la propia familia del superdotado
existen prejuicios y estereotipos respecto del superdotado, que
dificultan dicho desarrollo.
Veamos cuáles son los más comunes y cuáles
son las claves para el buen funcionamiento de la dinámica familiar.
- “El superdotado fracasa en el ámbito escolar, porque éste es incapaz de satisfacer sus necesidades intelectuales”: aunque hay cierta verdad en estas afirmaciones, el problema aparece cuando la familia se lo toma como una verdad absoluta, y justifican de ésta forma la conducta del niño en la escuela. En nuestro país, es cierto que aún hay mucho por hacer en el ámbito de la superdotación intelectual, pero también es verdad que hay instituciones y profesionales de la educación motivados y con la formación suficiente.
- “Los niños superdotados tienen problemas de interacción social”: tampoco es totalmente cierto que no sepan relacionarse porque sus iguales no compartan los mismos intereses intelectuales que ellos. No son extraterrestres, lo que tiene que quedar claro es que son niños, y que también quieren jugar, hablar de consolas o salir con los amigos.
- “Los niños superdotados son raros, cerrados, excéntricos”: Otra falsedad, no tiene porque existir un desequilibrio entre el desarrollo emocional y el cognitivo.
Estos estereotipos y prejuicios son los que de forma encubierta en
muchas ocasiones provocan la aparición de los problemas como
alteraciones del autoconcepto en los padres, alteraciones de los roles
familiares, de las relaciones de la familia con el entorno, de la
relación con la institución educativa; y la necesidad de que
profesionales especialistas en la materia deban tratar la situación para
resolverla.
Fuente: Psicoglobalia
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