Un estudio de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (EU) concluyó
que un CI elevado es producto de una gran inteligencia y una gran
motivación, mientras que un CI bajo puede deberse a la deficiencia en
alguno de esos dos factores.
La mayoría de la gente cree que el cociente intelectual es un
atributo genético con el que nacemos y que se mantiene de por vida, como
el color de los ojos o la estatura.
En realidad se parece más a otros atributos de nuestro cuerpo y
mente, como el peso corporal, el estado de ánimo, los niveles de energía
o la tensión sanguínea, todos los cuales pueden fluctuar a lo largo de
nuestra vida.
El cociente intelectual, también denominado cociente intelectual o
CI, consiste en una puntuación, que se obtiene al efectuar a una
persona unas serie de tests especialmente diseñados para medir su
inteligencia, y en los que se adjudica 100 como valor central de una
inteligencia media. Quienes puntúen por encima de 100 se hallan por
encima de la media, y los que puntúen menos, no llegan a la media de
inteligencia.
Como dato curioso, se sabe que el CI medido o estimado de algunos
personajes famosos del mundo de la política, la ciencia y las artes, al
menos duplica la inteligencia media, como el genio renacentista Leonardo
da Vinci, el científico Gottfried Wilhelm von Leibniz o el político y
religioso inglés Thomas Wolsey.
Por su parte, Beethoven, Darwin, Einstein, Cervantes y Mozart, rondaban la inferior pero nada despreciable puntuación de 160.
Hasta ahora se consideraba que la capacidad intelectual es estable a
lo largo de la existencia, pero investigadores británicos han
descubierto que el CI puede elevarse o reducirse de forma significativa
a lo largo de la vida adulta de una persona, aunque todavía no se
encontrado la razón fisiológica de este fenómeno.
El estudio, realizado por investigadores del Centro Wellcome Trust de
Neuroimagen de la Universidad Londres, UCL, y el Centro para la
Neurociencia Educacional, ambos en el Reino Unido, muestra por primera
vez que el CI no es constante.
¿La inteligencia en el sube y baja?
La investigación dirigida por la profesora Cathy Price, de Welcome
Trust, concluye que el cociente intelectual, la medida estándar de la
inteligencia humana, puede aumentar o disminuir significativamente
durante la adolescencia, y estas variaciones se asocian a cambios en la
estructura cerebral.
En 2004, los expertos británicos estudiaron la estructura cerebral de
33 jóvenes sanos de entre 12 y 16 años de edad, mediante imágenes de
resonancia magnética, y repitieron esos escáneres cerebrales en 2008,
descubriendo cambios significativos en las puntuaciones del CI
registradas con cuatro años de diferencia.
Algunos de los participantes en el trabajo habían mejorado su
desempeño, en relación con personas de su misma edad, en hasta 20 puntos
en la escala estándar del CI, mientras que en otros, su rendimiento
intelectual había caído en una proporción similar.
Estudios previos han aportado evidencias de que la estructura del
cerebro también puede cambiar y adaptarse durante la vida adulta. Muchos
investigadores creen que nuestro cociente intelectual también puede
modificarse acorde a este proceso.
De acuerdo a Roberto Colom, catedrático de Psicología en la
Universidad Autónoma de Madrid, en el siglo XX se ha documentado en
países occidentales y orientales, más y menos desarrollados
económicamente, el llamado ‘efecto Flynn’(en honor al científico James
Flynn, que lo descubrió) consistente en un incremento generacional de la
inteligencia, tal y como la miden los psicólogos. La ‘ganancia’, que ha
sido calculada en tres puntos en el cociente intelectual por década, ha
sido observada en bebés, niños de preescolar, niños en edad escolar y
personas adultas.
Recuerda Colom que "el científico catalán Josep María Lluis i Font,
que en 1970 obtuvo las puntuaciones de un grupo de niños en un test de
inteligencia aplicado en Barcelona, administró 30 años después el mismo
test a un grupo equivalente de niños, revelándose una ganancia de
inteligencia equivalente a tres puntos de cociente intelectual (CI ) por
década, precisamente el incremento promedio observado
internacionalmente".
"Recientemente, Jonathan Wai y Martha Putallaz han publicado un
artículo explorando casi dos millones de casos y encontrando que entre
los individuos más inteligentes también se aprecia un efecto Flynn. Por
tanto, el incremento generacional de inteligencia se produce entre los
más y los menos inteligentes", señala Colom en un artículo publicado en
‘El País’.
Otro estudio de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (EE.UU.)
ha concluido que un CI elevado es producto de una gran inteligencia y
una gran motivación, mientras que un CI bajo puede deberse a la
deficiencia en alguno de esos dos factores.
Los expertos observaron que algunas personas se motivan más que otras
cuando no hay nada en juego y que el cociente intelectual que
arrojan las pruebas de inteligencia es menor en aquellos que no hallan
ningún incentivo en realizarla.
“La falta de motivación al hacer un test de inteligencia afecta
significativamente al resultado”, han señalado los autores del trabajo
basado en el seguimiento de 250 personas desde su adolescencia hasta los
20 años de edad avanzados, y en el
Análisis de cómo habían afectado los incentivos materiales al rendimiento de más de 2.000 participantes en estudios previos.
Fuente: EFE
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